Yo le quiero. Su compañía me reconcilia en ocasiones con todo lo que me rodea. Muchas veces yo me siento cansado y con pocas ganas de salir a ninguna parte, pero él insiste para que nos vayamos a dar una vuelta sosegadamente por La Marina y por los muelles del puerto, y yo acepto, más que nada por ver si se me pasan las murrias. Los dos nos sentimos entonces acompañados, cosa que tiene su importancia como se sabe, y aunque vayamos andando sin decirnos nada, el hecho de estar juntos nos resulta placentero. Claro que, a veces, tenemos que aguantarnos mutuamente las impertinencias, pero esto ocurre con frecuencia en cualquier relación entre gentes que se quieren. Si hay verdadero afecto, todo se soporta pacientemente. ¡Cuantos problemas de la convivencia humana se resolverían si todo el mundo lo entendiera así!..
En fin, ese es Bounty, mi amigo, el de la mirada tierna e inocente el que nunca es capaz de hacer daño a nadie y, en cambio, ofrece todo su cariño.
Por supuesto, hablo de mi perro.
La foto: Juan Díaz, en su casa de San Pedro de Alcántara, jugando con Bounty a principios de los 80.
El nombre Bounty fue elegido para este perro no sólo por su procedencia (Gibraltar), sino como homenaje al buque HMS Bounty, al mando del capitán Bligh, protagonista del famoso motín en el que se basó la película "Rebelión a bordo".
1 comentario:
hacho no es sin H?????
tengo mis dudas
jeje
acabo de descubrir tu blog carlos, soy jose manuel, tu antiguo alumno
jeje
un placer descubrirte por aqui
un abrazo
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