jueves, 17 de junio de 2010

La calle de Juan

7 años separan estas dos viñetas de Vicente Alvárez, publicadas en el Diario El Faro de Ceuta. No sé si se puede considerar que ha pasado mucho tiempo, pero eso ya no importa: Juan Díaz tiene un pequeño rinconcito en Ceuta, en forma de placa, que da nombre a una de las calles de la ciudad que tanto amó. Conociendo sus aficiones, seguro que estaría contento de saber que su calle se encuentra junto a una biblioteca y un pabellón deportivo -el deporte como cultura, la cultura como deporte-, y de que se continúe con la de otra recordada docente, la profesora Valderrama: quizás anden los dos organizando claustros de profesores por esos espacios infinitos.
Desde este blog queremos dar las gracias a todos los que han hecho posible que Juan sea recordado en el callejero ceutí: sobre todo a Alfonso Cerdeira y Adelaida Álvarez, diputado en la Asamblea de la Ciudad y consejera de Cultura, respectivamente, en 2003, cuando se presentó la idea y se puso en marcha el expediente, y a Juan Luis Vivas, alcalde y presidente de la Ciudad Autónoma, como representante del equipo de gobierno que lo ha llevado a término.

Y reservamos un abrazo especialmente emocionado para dos personas, Vicente Álvarez y Ricardo Lacasa, que han demostrado reiteradamente ser grandes amigos de Juan y que han mantenido encendida, todos estos años, la llama de "una calle para Juan Díaz Fernández". Gracias a los dos por vuestro cariño infatigable.


Descubrimiento del rótulo de la calle dedicada a Juan Díaz Fernández por el Alcalde y Presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Juan Luis Vivas, y la viuda del escritor, Carmen Bermejo, en presencia de amigos y familiares. El acto tuvo lugar el 7 de junio de 2010.

Recuerdo


Compañero y amigo de los años de universidad, el profesor y Doctor en Historia Manuel Capel Margarito evoca al Juan Díaz de principios de los 50 en su reciente libro "Los Desubicados (o el arte de la emigración interior)". Por la precisión en el retrato de un Juan que, en torno a los 25 años, ya manifestaba los principales rasgos de una personalidad que le iba a caracterizar el resto de su vida y que tan influyente fue en los que le conocieron. Nos atrevemos a reproducir aquí un fragmento de citado libro, no sin agradecer de antemano al profesor Capel el que podamos usar de esta manera su texto.

"Miro atrás y no sabría decir cuál fue mi mejor amigo; no se trata de compañeros de juegos infantiles ni de relaciones circunstanciales por razones de vecindad, parentesco o encuentros familiares; me refiero a los que ocupan aún, por su significado, parte importante de mi memoria antigua; no de ésta, de senectud, advenediza y frágil. Creo que no es preciso establecer prelaciones, sino conservar señales que confirmen su autenticidad. Es así como recuerdo, de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, a Juan Díaz Fernández, al que conocí en la de Granada y con el que proseguí en la Complutense, la especialidad de Historia, hasta el doctorado. Era la década de los 50, la de la leche en polvo, el queso y la mantequilla USA, que tanto bien hicieron a los escolares de España. La familia de mi amigo Juan residía en Ceuta y de allí recibía apetitosos envíos que corregían nuestra desnutrición; a él debo no sólo aque socorro de proteinas, prodigadas con cuidado exquisito de hermano mayor, sino otras muchas atenciones y saberes, en los que él me aventajaba; no tanto por la edad -uno o dos años mayor que yo-, sino por su madurez intelectual y humana, y por su sensibilidad para la poesía y la música. ¡Todavía repito, de memoria, algunos de sus versos y me parece oir el canto de su armónica! También debo a él mi afición al teatro -iniciada con las entradas a "la clac" en el Español o en el Mª Guerrero, en el Infanta Isabel o en el teatro de la Comedia-, amén de la asistencia a los conciertos de la Sinfónica -en el cine Monumental, como aquellos que dirigía Pierino Gamba- y los de la orquesta nacional, bajo la batuta de Ataulfo Argenta. Luego que el fatum o el destino puso muchos kilómetros de separación entre ambos, pudimos, a la vuelta de muchos años, reanudar nuestros encuentros o hacerlos más frecuentes, pero sabía yo que él prefería no alterar la estampa aquélla de nuestra juventud..."

Manuel Capel Margarito: "Los Desubicados (o el arte de la emigración interior)"
Colección "Semilla y Flor". Jaén. 2009

La foto: Juan Díaz (a la derecha del grupo) y Manuel Capel (a su lado), junto a otros dos amigos en la puerta de la antigua facultad de Filosofía y Letras de Granada.